sábado, 16 de enero de 2010

Capítulo 1: La caída del ángel

Dejo el primer capítulo del libro íntegro, es un capítulo introductorio a modo de prólogo, seguramente en la siguiente entrada o en la posterior publique el capítulo 2, que es en el que en realidad aparece el protagonista de la historia. Espero que sea de vuestro agrado.


-¿Por qué un ángel iba a renunciar a sus alas? ¿Por qué iba a querer que se las cortaran?

-Ya te lo he dicho Silvia, por amor.

-Sigo sin entenderlo, mamá – dijo Silvia entornando los ojos –; no tiene ningún sentido.

-Eso es porque nunca te has enamorado – respondió su madre sonriendo –. Tienes dieciséis años, eres aún muy joven. Algún día lo entenderás.

-Puede... – aceptó Silvia sin demasiada convicción -. Llego tarde mamá. Lo siento mucho, después seguimos con esta conversación, ¿sí?

-Vale, hasta luego – se despidió Claire antes de darle un beso en la mejilla a su hija.

-Hasta luego, mamá.

Silvia se levantó de la mesa, cogió su mochila y salió por la puerta para dirigirse al instituto. Cuándo salió por la puerta un leve destello de sol, que anunciaba el comienzo de la mañana iluminó su rostro. Su pelo castaño ondulaba ligeramente, producido por una pequeña brisa, y sus ojos verdes parecían más que nunca dos esmeraldas; se puso sus gafas de sol mientras maldecía con un “dichoso sol primaveral” aquel rayo que le cegaba, y emprendió la marcha.

Por el camino encontró a varios de sus compañeros de clase, pero no prestaba mucha atención. Llevaba puesto su mp3 y estaba ensimismada en su música, en ese momento escuchaba una canción de los Goo Goo Dolls, titulada Iris, que le hacía recordar la conversación que había tenido con su madre. Pero nada tenía sentido. Ella ya tenía cierta edad para creer en historias de ángeles. Los ángeles no existían. No entendía por qué su madre le contaba aquello.

And I don´t want the world to see me, cause I don´t think to they´d understand...

Apagó su mp3, resignada por la letra de la canción, y decidió olvidar el tema y retomarlo cuando volviera a casa. Sería lo mejor si no quería volverse loca.

-¡Silvia! - dijo una voz a su espalda.

Se giró y vio como una de sus amigas se le acercaba.

-Hola Mary, ¿cómo va todo?

-Bien. No me puedo quejar, ¿y tú?

-Todo bien – respondió no muy convencida, aunque su amiga no lo advirtió.

El día en clase pasó más rápido de lo esperado, conseguía olvidar por momentos lo que su madre le había contado, aquella historia sobre un ángel que renunciaba a sus alas por amor, aquella historia que su madre había decidido contarle en aquel preciso instante sin motivo alguno.

Cuando el timbre anunció el fin de las clases, Silvia salió precipitadamente, se despidió de sus amigas y volvió a casa.

-¿Mamá? Ya estoy en casa –anunció.

-Vale, cielo. Enseguida estoy contigo.

Su madre se acercó. Silvia se quedó observándola durante un minuto; su madre parecía haber cambiado en las escasas horas en las que Silvia había estado fuera de casa. Parecía exhausta y se pelo negro no parecía tener el mismo color que tenía esa mañana al despedirse de ella; sus ojos almendrados se clavaron en su hija con una mirada cargada de decisión.

-¿Que tal las clases? - le preguntó sentándose a su lado.

-Bien – dijo Silvia intentando no desviarse demasiado –. Tediosas, como siempre. Bueno, ¿seguimos nuestra conversación?

-¿Que es lo que quieres saber?

-Todo – respondió impaciente –, cuéntamelo todo desde el principio otra vez.

-Está bien – Claire hizo un mueca intentando recordar –. Esta historia trata de un chico que murió por amor. Su instinto le llevó a enamorarse profundamente de una chica, pero una vez que lo perdió todo decidió que no podía seguir este camino, que ya no pertenecía a este mundo. Decidió internarse en el mundo de la luz, y desapareció.

-Pero, ¿Cómo se decide eso? Yo no lo podría hacer, ¿verdad?

-No, cariño. Pero es que él ya había muerto.

-No puede ser – Silvia estaba perpleja, eso nunca se lo había revelado -. ¿Cómo iba a estar muerto?

-Él no se enamoró en vida, nunca lo había visto como algo necesario – prosiguió Claire –.Un fatídico día y tras un accidente que se cobró también la vida de sus padres murió. Después de esto, después de morir y aceptar que todo había acabado se convirtió en ángel; un ángel no muy común, un ángel que había aceptado su destino y sabía lo que significaba todo lo que le estaba pasando. Pero a pesar de todo sentía tristeza por no haber sabido amar, o no haber encontrado el amor a tiempo, y es que tenía tu misma edad cuando murió, tan solo dieciséis años.

-Mamá – replicó Silvia -. No pretenderás que crea eso, ¿verdad?

-Simplemente te estoy contando la historia que me has pedido que te cuente – respondió Claire.

-Está bien. Continúa.

-El ángel en cuestión no consiguió mitigar su tristeza y su dolor, así que sin saber muy bien cómo le dieron la oportunidad de volver.

-¿Quién le dio esa oportunidad? - preguntó Silvia impaciente. Trataba de fingir indiferencia ante la historia que su madre le estaba contando, pero en realidad sentía mucha curiosidad. ¿Estaba empezando a descubrir que le gustaban los cuentos de hadas?

-Nadie lo sabe – respondió Claire a su pregunta -. Ni siquiera él estaba seguro de saberlo, pero volvió y estaba dispuesto a cumplir su propósito. Buscaba chicas que cumplieran los requisitos que él buscaba por todo el mundo sin cesar, pero no encontraba a ninguna que realmente llenara el vacío que sentía dentro. Se sentía frustrado viendo cómo su oportunidad se escapaba con cada chica nueva que conocía.

“Pero un día la encontró. Una chica muy hermosa, la más hermosa que había visto nunca, pareció enamorarle en cuanto la vio. Esa chica era todo lo que había soñado y al acercarse a ella sus ojos acabaron de convencerle: era ella a quién buscaba. Empezó a tratar con ella, y descubrió que tenían muchas cosas en común, pero en otros aspectos eran polos totalmente opuestos, y era lo que más le atraía de ella sin lugar a dudas. Poco a poco su amistad iba siendo mayor, y el cariño que se tenían ambos también aumentaba considerablemente.

“Un día no demasiado importante el ángel decidió revelarle a la chica lo que sentía por ella. Esta se quedó perpleja al saber lo que sentía, no sabía que decir ni que hacer, estaba totalmente paralizada. El ángel decidió que lo mejor era darle tiempo, que decidiera cuáles eran sus sentimientos hacia él, pero quería que supiera que decidiera lo que decidiera él estaría siempre con ella y que no la abandonaría jamás.

“Qué típico” pensó Silvia.

-La chica lo pensó – prosiguió Claire -, aunque sabía que no había mucho que pensar, sólo le hizo esperar un par de días y tras escuchar a su corazón le confesó lo que sentía. El ángel al enterarse de la noticia se sintió muy feliz: ella también le amaba. Todo parecía ir perfecto, estarían juntos y nadie podría separarlos, o al menos con eso contaba.

-¿Que pasó después? - preguntó Silvia al ver que su madre hacía una pausa.

-Un día el ángel se dio cuenta de que eso no podría seguir para siempre, que él no pertenecía a ese mundo, que esa no era su historia. Lamentaba profundamente haber vuelto porque sabía que haría daño a su chica y que era algo que ya no podía evitar. Había sido demasiado inconsciente para pensar en todo eso, y ahora era un hecho que todo debería acabar y él debería volver.

-¿Volver? ¿Quieres decir que quería morir de nuevo?

-No, quiero decir que él sabía que ya estaba muerto, y que si seguía con aquella historia acabaría por hacer lo mismo con ella, por lo tanto debería hacerle mucho daño, dejar que pensara que la odiaba y que nunca la había amado y permitir que siguiera su camino, que viviera su propia vida y no la que él siempre había soñado. Se dio tiempo a sí mismo para pensar muy bien lo que estaba a punto de hacer, pero no había otra opción posible, debía hacerlo. Así que miró a su chica a los ojos y le dijo todo lo contrario a lo que sentía; hizo que se sintiera muy mal, la dejó muy malherida, su corazón estaba roto, pero no tanto como el de él.

-Qué triste. Sigo sin entender por qué lo hizo.

-Creo que simplemente quiso darle una felicidad que él nunca conseguiría ofrecerle, puesto que no debería estar allí, que debería estar muerto como sucedió cuando tenía esos dieciséis años.

-Creo que lo entiendo, pero no deja de ser estúpido por su parte; los dos se amaban.

-Sí, pero él creía que ella merecía a alguien mejor.

“No deja de ser estúpido” - pensó Silvia - ¿Que pasó después?

-Bueno, el ángel sabía que ya no tenía nada que hacer allí, que para él se había acabado todo así que llamó a la luz y volvió a adentrarse en ella.

-¿Así, sin más?

-Volvió al principio. Volvía a ser aquel ángel especial que había sido una vez, pero esta vez no quería más oportunidades, había tomado una decisión y nadie podría convencerle de lo contrario.

-¿Cual fue esa decisión? - preguntó Silvia al borde de la silla, expectante. Parecía que se suspendía en el aire sin ningún apoyo.

-Decidió que le cortaran las alas, que desapareciera para siempre, que se sumiera en la más profunda oscuridad.

-Que ángel más estúpido, ¿por qué vivir en la oscuridad pudiendo estar rodeado de luz? – cuestionó Silvia enarcando las cejas.

-Porque dejar caer a un ángel es el peor de los castigos y él creía que era lo que merecía por haber enamorado a aquella chica.

-Pero...

-Cómo te dije antes, aún no puedes comprenderlo del todo, Silvia. No sabes realmente lo que es el amor.

-Comprendo – suspiró Silvia, que no entendía la pretensión de su madre para con sus sentimientos -. Sólo me gustaría hacerte una pregunta más.

-Dime.

-¿Quién te contó todo esto?

Claire suspiró, era la pregunta que había estado temiendo desde que empezó a contarle la historia a su hija.

-Se nos ha hecho tarde, Silvia – respondió con aire apremiante evitando la mirada de su hija -. He de ir trabajar. Te veré después.

-¡Mamá!

Claire se quedó paralizada. Sabía que no podría ocultarle el secreto a Silvia durante demasiado tiempo, pero confiaba en no tener que revelárselo tan pronto. Se giró para mirarla y vio la mirada de su hija clavada en la suya; su mirada buscaba la verdad, y ella no podía negársela.

-Fue tu padre, Silvia – miró hacia otro lado para no contemplar el dolor en la cara de su hija –. Hace unos años me contó todo esto, y me dijo que te lo contara cuando él no estuviera.

-¿Para qué? - dijo Silvia elevando la voz - ¿Para qué pensara que volvería cuando no estuviera aquí? ¿Para qué creyera en historias de ángeles y pensara que podría volver a verle? ¡Pues no lo creo!

-No era por eso Silvia, tu padre creía...

-Papá, creía muchas cosas, y normalmente estaba en lo cierto, pero esto es completamente absurdo.

- Silvia, escúchame – dijo Claire con dulzura –. Tu padre creía que tú eras la chica de esa historia.

Silvia tuvo que contener durante unos segundos la respiración y asimilar lo que acababa de escuchar.

-¿Qué? Es la tontería más grande que he oído en mi vida...

-Piensa que tu padre solo decía tonterías – dijo Claire con el gesto ensombrecido por las palabras de su hija -. Me parece una excelente manera de honrar su memoria.

Silvia no sabía que responder ante eso, y menos cuando su madre desapareció tras la puerta dejándola allí sola. ¿Ella la protagonista de una historia de ángeles? Definitivamente el mundo se había vuelto loco, los ángeles no existían.



Un saludo.

1 comentario:

  1. el amor incondicional es interesante, porque se hace de manera totalmente altruista. El relato es conmovedor. Un aplaus!

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